Resulta especialmente preocupante la elevada tasa de rechazo de las solicitudes de crédito cursadas por las empresas no financieras. En el período anterior a la crisis, año 2006, la tasa de aceptación era del 45% -prácticamente se concedía una solicitud de cada dos-. En el año 2012, la tasa de aceptación fue de tan sólo el 30%.
En la contracción del crédito -señala el informe del Banco de España- coinciden dos factores: el deterioro de las cuentas empresariales y la crisis bancaria. Las entidades que reducen en mayor medida su exposición crediticia son aquellas que presentan los niveles de recursos propios más ajustados.
Hay que señalar al respecto que Basilea I estableció criterios de ponderación de la cartera crediticia que penalizaban el crédito a empresas: ponderación del 100%, frente al préstamo hipotecario:ponderación del 50%, préstamo a entidades de crédito: 20% y deuda soberana OCDE:0%. Conceder más crédito a empresas significa, por tanto, mayor exigencia de capital regulatorio: 8% de los activos totales ponderados por el riesgo. La conclusión es clara: más financiación de deuda soberana y administraciones públicas y menos al sector privado; con más comisiones para todos.
Basilea II todavía complicó más el panorama al introducir dos aspectos nuevos, el riesgo operacional y el de mercado. Entran en juego las calificaciones de las agencias de rating, pudiendo llegar las ponderaciones del crédito a empresas al 150% del importe del préstamo. La consecuencia, de libro: credit crunch. La crisis de crédito subió un peldaño más, llegando a ser muy difícil la financiación interbancaria en el mercado ya que también se vio afectado el préstamo entre entidades bancarias, al pasar su ponderación, en base a los nuevos factores de riesgo, a un rango comprendido entre el 20% y el 150%.
Prima de riesgo escalando, barra libre del Banco Central Europeo para evitar un colapso sistémico y rescate bancario de 40.000 millones (límite de hasta 100.000). Y la Pyme sin crédito, pues aunque no sea objeto de interés de las entidades calificadoras, sus estados financieros son magros, lo cual conocen bien los departamentos de riesgo de las entidades financieras.
Las refinanciaciones y reestructuraciones de deuda supusieron el 13,6% del crédito al sector privado residente en 2012. Es preocupante que el 36% de las operaciones de este tipo se consideren, según criterios del Banco de España, como préstamos dudosos y el 20,6% sub-estándar. El 69,2% de las reestructuraciones lo fueron a empresas y el 29,7% con hogares.
La troika, en su último análisis nos advierte acerca de los riesgos subyacentes en la cartera crediticia, lo que anticipa que los balances bancarios todavía contienen riesgos. Una mala noticia para la evolución previsible del crédito al sector privado. Basilea III tampoco ayudará a recuperar la financiación empresarial, por más que los plazos para su cumplimiento se hayan visto ampliados.
Las declaraciones políticas que hemos conocido hoy con motivo del "Roadshow" de la Ley de Emprendedores, instando a las entidades financieras a que concedan préstamos ICO de las líneas 2013, no son sino juegos florares de una primavera que no llega a la economía real.
En este contexto empresarial y crediticio no debe sorprendernos la atonía del mercado siderúrgico.
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